En sus poemas de juventud, hoy rescatados por cinco académicos de la UNAM, el célebre autor italiano del siglo XIV vertió algunos elementos de la filosofía amorosa y del amor cortés
JUAN CARLOS TALAVERA
CIUDAD DE MÉXICO.
Pasaron 700 años para que fueran rescatados y traducidos, por primera vez al español, los sonetos que escribió Giovanni Boccaccio (1313-1375) en su juventud. El trabajo fue hecho por académicos de la UNAM, quienes publican, en coedición con Almadía, esos versos que el autor del Decamerón usó para experimentar y mundanizar la poesía de su tiempo, donde le canta al amor y a la mujer, a la fortuna, a la fama y al deseo carnal.
La edición es bilingüe, se titula Rimas y fue coordinada por el académico Fernando Ibarra Chávez, quien dijo a Excélsior que este trabajo nació como un ejercicio didáctico para alumnos de filosofía hasta culminar en un volumen imprescindible para cualquier lector interesado en el autor, en la literatura italiana medieval y en conocer cómo logró concentrar la maestría de Dante y Petrarca en su poesía.
En sus poemas, Boccaccio vertió elementos de la filosofía amorosa y el amor cortés, comentó Ibarra, conceptos que fueron producto de un movimiento social que surgió en Europa hacia el año 1100 y captado por Dante en su literatura.
El amor cortés fue una especie de código caballeresco trasladado a las relaciones amorosas entre hombres y mujeres, un código válido dentro de las cortes donde el amor se expresaba justo a través de la poesía”, dijo.
Lo cierto es que mientras para Dante la mujer era un vehículo que permitía alcanzar la gloria eterna, Boccaccio “mundanizó la poesía y logró que la mujer fuera una persona de carne y hueso, y no un instrumento para la salvación, sino un objeto del deseo carnal”.
La diferencia era clara, detalló Ibarra Chávez. “Mientras Dante suprimía cualquier posibilidad de erotizar a la mujer en el poema o de vincularla con la libido, Boccaccio se preguntó: ‘¿Por qué no hacerlo si está bonita y tiene buena pierna’? Y así en uno de sus poemas abordó las piernas de la mujer”.
Así fue como el poeta italiano imaginó que el lugar apropiado para el amor era el mar y, en sus textos, representó escenas de mujeres que vestían con ropa muy ligera, mientras tomaban el sol. “Esto nos hace pensar que para el poeta el verano era el mejor instante para enamorarse y así lo plasmó en su poesía”.
POETA VOYEUR
La traducción de los sonetos fue hecha por cinco académicos de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM. Ellos son Imelda Almaraz Ojinaga, Nancy Rosas Zambrano, David Hazael Rodríguez Berea, Virginia Sánchez Jiménez y el propio Fernando Ibarra Chávez, quien además hizo la selección y escribió el estudio introductorio.
¿Cuál fue la apuesta en esta traducción? “Podíamos tratar de hacer otro soneto en español a partir de lo que hizo Boccaccio, manteniendo la estructura canónica del soneto. Sin embargo, me parece que al momento de hacer eso tendría que modificarse demasiado el texto original. Así que la idea fue mantener en lo posible el sentido original del texto; en todo caso mantener el endecasílabo, pero hasta ahí... mas no pretendimos mantener la rima”.
¿Qué reflejan los textos sobre Boccaccio? “La mayor parte son poemas que escribió en su juventud. Así que descubrimos el entusiasmo juvenil de un muchacho que está encontrando un estilo de escritura. Muchos de sus poemas son frescos, hablan del entusiasmo amoroso y del encuentro con una mujer por la que el poeta siente una admiración particular”.
¿Cómo definiría su poesía? “Gran parte de su obra es poesía narrativa que se inscribe en la tradición del amor cortés. Por eso vemos en sus textos poéticos muchos personajes que se enamoran; a unos les va bien, a otros mal, pero el amor siempre está presente; también la angustia de la mujer, del joven que toma por fuerza a una jovencita como parte del juego amoroso. Eso era parte de lo que entretenía a las mujeres del siglo XIV en Nápoles”.
¿Cuál era la búsqueda del poeta? “Le emocionaba el cabello recogido de las mujeres, la sensualidad que podía hallar en la ropa mojada, en la belleza de un rostro y en su juventud. Él fue una especie de voyeur que siempre miró a la distancia, contemplando a esa mujer porque no podía acercar a ella.
Boccaccio era hijo de un comerciante con cierto poder adquisitivo, un plebeyo que intentó acercarse a la corte con la intención de ser adoptado como el Poeta de la corte, título que nunca consiguió”, explicó el investigador.
¿Fue exitoso en su tiempo? “Boccaccio no murió sin reconocimiento. La gente leía sus obras y, cuando escribió el Decamerón, de inmediato se tradujo al francés. Muchas de sus obras tuvieron un impacto europeo casi inmediato.
Sin embargo, él quiso ser reconocido desde joven como gran poeta. Eso no lo consiguió a pesar de todos los esfuerzos que hizo. Así que ya mayor, a los 50 años, se sintió muy desprotegido y se integró al clero, porque esa era la única manera en que podía tener un lugar para vivir y comer”.
¿Falleció en la pobreza? “Tenemos el testamento de Petrarca y el de Boccaccio. En el primero se registró que Petrarca le dejó unas moneditas de oro y una cobija. ¿Qué tan mal estaba Boccaccio para recibir una cobija ¿o fue una especie de broma? No creo. Mientras que, en su testamento, Boccaccio dejó unos cuantos libros y una virgen de alabastro”.
Hacia el final de su vida, recordó Fernando Ibarra Chávez, el autor italiano enfrentó un proceso de introspección de conciencia y dejó de ser el poeta del amor, se alejó de los textos divertidos que deleitaban al público y empezó a escribir textos eruditos, en latín, y alguno que otro poema religioso para salvar su estatus como intelectual y su alma ante los ojos de la divinidad.
Con Rimas de Boccaccio, Almadía, en colaboración con la UNAM, abre su colección Filosofía y Letras. El próximo libro que el sello publicará es Los filósofos ante los animales, coordinado por Leticia Flores Farfán y Jorge E. Linares.
¿QUIÉN ES EL AUTOR DEL DECAMERÓN?
Giovanni Boccaccio ocupa un lugar preponderante en la historia de la literatura occidental, gracias a su prolífica obra, que abarca desde géneros para la lectura recreativa hasta tratados de vasta erudición. Buena parte de su trabajo creativo lo dedicó a la lírica: a la composición de poemas de materia diversa, aunque en su mayoría amorosos, que ponen de manifiesto sus gustos personales, influencias y tendencias. Durante el siglo XVI, estos poemas fueron reunidos parcialmente bajo el título de Rime, ya que no fueron escritos con la intención de conformar un cancionero.
UN GRAN DANTISTA
Estudió derecho para administrar el comercio de la familia, pero su padre vio su habilidad para la poesía, quien le asignó una mensualidad para buscar un lugar en la corte napolitana.
Hizo una copia de la Divina Comedia, la cual envió a Petrarca, quien consideraba a Dante Alighieri como un autor de escaso valor.
Se convirtió así en uno de los primeros dantistas.
Conoció a quienes rodearon, en vida, al autor de la Divina Comedia. Boccaccio utilizó esos testimonios para dar clases y conferencias en la Catedral de Florencia, para entender la obra capital de Dante.
Intentó emular lo mejor de Dante y Petrarca, por lo que en su obra hay elementos dantescos, pero también uno que otro verso que parece escindirse de la obra de Petrarca.
Se cree que Boccaccio tradujo el famoso Tratado sobre el amor, de Andrés el Capellán.
Conoció a Leoncio Pilato, un monje calabrés a quien le encargó la primera traducción de la Ilíada de Homero, del griego al latín.
ALMADÍA CREA UNA COLECCIÓN SOBRE BOX
La editorial Almadía anunció que también prepara la publicación de una antología de narrativa boxística bajo el título A puño limpio. La gran historia del boxeo, con una colección de 12 rounds con crónicas, ficciones y testimonios del ring de autores como Homero, Arthur Conan Doyle, Jack London, Norman Mailer, Alberto Salcedo Ramos, Joyce Carol Oates, James Ellroy y Eduardo Lamazón, entre otros.
Estos libros comenzarán a ser comercializados en puestos de periódicos a partir del domingo 17 de junio e incluirán desde las peleas a puños que se pueden encontrar en pasajes de la literatura clásica grecolatina, pasando por crónicas de su resurgimiento en la Inglaterra del siglo XVIII, las sangrientas peleas a puño limpio del siglo XIX, su paulatina reglamentación en la era victoriana, los grandes encuentros del siglo XX y culminará con las más destacadas peleas del pasado reciente.