Monsiváis y su fascinación por el arte popular en pequeño
Consta de piezas surgidas del oficio de artesanos, que el cronista adquirió en su faceta de coleccionista
Las diminutas obras recrean la cotidianidad, tradiciones y creencias mexicanas
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Desde escenas de películas del cine mexicano, hasta voladores de Papantla, y Dante y su Divina comedia son representados en las miniaturasFoto cortesía del Museo del Estanquillo
Alondra Flores Soto
Periódico La Jornada
Domingo 1º de abril de 2018, p. 2
La vida cotidiana de los mexicanos, con sus tradiciones, creencias e historia, pero en chiquito y con espíritu lúdico, ha sido recreada en el Museo del Estanquillo en la exposición El juego y el arte de la miniatura.
Una arena de lucha libre, los voladores de Papantla, un charro enamorado en plena serenata, Dante y su Divina comedia, los antiguos aztecas en juego de pelota o hasta escenas de películas del cine mexicano como María Candelaria son algunos de los personajes reproducidos en centímetros, algunos visibles sólo con lupa, surgidos del oficio de artesanos, que el cronista y escritor adquirió en una de sus facetas importantes como coleccionista.
Carlos Monsiváis mostró fascinación hacia las miniaturas, señaló Henoc de Santiago, director del museo que aloja el acervo del autor de Días de guardar. Añadió que su interés por la historia de nuestro país también luce en esta manifestación de arte popular, que sin grandes pretensiones históricas retrató de alguna manera, en tercera dimensión, la vida de los mexicanos, comentó durante el anunció de la exposición antes de su apertura.
Un gran respeto fue el que profesó hacia los maestros artesanos y creadores de arte popular, quienes siempre tuvieron un lugar importante entre sus colaboradores y amigos, tanto así, que se convirtió en un verdadero mecenas y comprador prácticamente compulsivo de lo que producían, por ejemplo, del miniaturista Roberto Ruiz, quien trabajó el hueso y fue premio de Ciencias y Artes en 1988.
Su aprecio por estas obras, al considerarlos al nivel de un artista, lo manifestó el autor al calcular su valor por la imaginación que lo lleva a reiterar sin repetir, por la variedad de formas y soluciones, por la concentración de elegancia y delicadeza, como se citó en conferencia.
Totalmente distinta y con carácter lúdico, calificó De Santiago la colección de las casi 250 piezas que nunca antes se habían mostrado al público. Se ha pensado mucho en los niños, razón por la que permanecerá hasta abril en este recinto en la esquina de Madero e Isabel la Católica, en el Centro Histórico.
Manivelas dan vida a pequeñas maquetas que recrean escenas, como pueden ser un fauno espiando a una ninfa, con unicornio incluido; los queridos gatos que tanto acompañaron al escritor, o una escena de oficina, en la que una secretaria de párpados azules repite el ding ding de su máquina de escribir, piezas elaboradas por Luis Ascanio Zenteno. Detalles minuciosos que dan realidad a la vida pequeña.
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También se expone un pequeñísimo Monsi, elaborado por Susana Navarro y Teodoro TorresFoto cortesía del Museo del Estanquillo
Entre seres mitológicos se yergue la figura de Monsi, como se le dice cariñosamente, con un libro entre las manos y la melena gris alborotada, escultura en pasta epóxica, realizada por Susana Navarro y Teodoro Torres, también reconocidos por la elaboración de juguetería en plomo.
Destacan las figuras en hueso de Roberto Ruiz, las figuras esculpidas y coloreadas sobre gis de Eduardo Oliva, o las diminutas poblaciones de Alfredo Velázquez Luna, quien habló en la conferencia sobre su trabajo y amistad con Monsiváis.
¡Mira, ven a ver!, llamaba emocionado el coleccionista a cualquiera que estuviera cerca para mostrar su reciente adquisición, relató Ana Catalina Valenzuela, curadora de la muestra que saca trabajos que estuvieron guardados en las bodegas por más de 10 años y que obligó una selección de entre más de mil piezas.
La visita está organizada en cinco ejes temáticos: teatro, literatura, historia, vida cotidiana y la muerte, que son representadas en distintas manifestaciones de arte popular, entre miniaturas, maquetas e incluso títeres de la colección de Roseta Aranda. La mayoría fueron hechas durante de 1980 a 2000, a excepción de algunos libros de José Guadalupe Posada y de Saturnino Calleja, así como figuras de cera, que son de finales del siglo XIX.
Monsiváis, fallecido en 2010, mostró coherencia, explicó Valenzuela, pues la interesaba estudiar las costumbres de los mexicanos, las visiones de los lugares donde vivía y lo hizo desde diferentes lugares, como la fotografía y los libros, y la miniatura fue parte de esta revisión de la ciudad; es una crónica distinta porque atiende a lo lúdico.
La miniatura exige que uno se detenga a observar entre esta pequeña vida cotidiana, comentó la curadora.
La exposición El juego y el arte de la miniatura concluye el 8 de abril.