La Redacción. Algarabía
En esta época todo pareciera ser una conspiración, ¿pero en realidad conoces su significado?
En el paranoico clima social de nuestros días todo pareciera ser una conspiración: el calentamiento global, los ataques terroristas, los avances médicos y tecnológicos, los tuits de cierto personaje que fanfarronea con muros y guerras nucleares. ¿De dónde viene esa palabrita con la que queremos explicar toda amenaza, real o imaginaria?
«Conspiración» viene del latín conspirare, que significa «respirar juntos»; aquí se establece que la conspiración es una acción convenida entre dos o más personas. Diseccionando la palabra encontramos que el prefijo con- indica «unión»; el verbo spirare se refiere a la acción de respirar o vivir —pero también al anhelo y la avidez—; mientras que el sufijo –tio señala la acción y efecto, es decir, el conjunto de personas «animadas por un mismo espíritu», que aspiran a algo y planean cómo obtenerlo.
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Así, su uso original tenía un contexto claramente sedicioso. El conspirador era aquel insurrecto que se alzaba contra el Estado. Palabras similares —conjura, complot o cabale— también indican planes para cambiar el orden establecido, pero en esos casos la acción será siempre perjudicial —incluso surgida del deseo de la venganza—, y tendrá como fin último la revuelta violenta.
La conspiración suele involucrar a un número considerable de personas y conlleva una planeación sistemática, estratégica. Ha sido un delito penado en los sistemas legales de casi todo el mundo, convirtiéndose en un arma incuestionable en muchos regímenes fascistas. En México, el artículo 17.1 del Código Penal lo define como una «coautoría anticipada», que existe «cuando dos o más personas se conciertan para la ejecución de un delito y resuelven ejecutarlo».
El Diccionario Oxford menciona que el primer uso de la frase «teoría de conspiración» —según su definición, «la creencia de que alguna organización oculta pero influyente, con motivaciones políticas e intenciones opresivas, es responsable por un evento no explicado»— se dio en The American Historical Review en 1909, aunque aparece en publicaciones científicas desde 1870. Sigue esta lectura en la Algarabía 160.