Karla Covarrubias Molina. Algarabía
Las rapsodias son piezas musicales a las que por lo general los críticos atribuyen cierta carga de brillantez. Esto, porque están integradas por varias partes sin relación aparente pero empalmadas de tal forma que el ensamble consigue resultados fuera de serie.
Las rapsodias 1 son piezas musicales —emblemáticas del romanticismo—, a las que por lo general los críticos atribuyen cierta carga de brillantez.
Esto, porque están integradas por varias partes sin relación aparente —géneros distintos distribuidos en fragmentos lentos, dramáticos, rápidos y dinámicos—, pero empalmadas de tal forma que el ensamble consigue resultados fuera de serie.
Scaramouche, scaramouche: ¿bailarás un fandango?
De las rapsodias puede decirse también que, por lo general, están inspiradas en contextos ajenos al de los compositores —por ejemplo la «Rapsodia Húngara No. 2» de Liszt, integra piezas folklóricas de los gitanos—, y a veces están conformadas por una serie de variaciones sobre temas de otros músicos.
Atendiendo a estos antecedentes, está claro que atreverse a componer una rapsodia es una apuesta poco frecuente, sobre todo en nuestros tiempos. Sin embargo, hubo alguien que, a comienzos de la década de los años 70; lo hizo con todas las armas: y ése fue Farrokh Bulsara, mejor conocido por su nombre artístico: Freddie Mercury.
Dicen los expertos que nunca hubo solo un Mercury. Y que quizá nada exprese mejor esta idea que su imagen en el video de «Bohemian Rhapsody», «el showman, el camaleón, el fantasioso en el más estricto sentido del término», escribe Sean O´Hagan en Freddy Mercury: The Great Pretender. Un virtuoso, ciertamente, poseedor de un carisma y un talento únicos, que lo llevaron con su música desde la isla de Zanzíbar, en la costa este de África —su lugar de nacimiento—, hasta todos los rincones del mundo.
Decía Mercury, con toda razón, que «Bohemian Rhapsody» no había nacido del aire. Este entramado de seis minutos, compuesto por una intro a capella, versos emotivos, coros operísticos al estilo italiano y un clímax impresionante de glam metal; resultó ser un despliegue de genialidad que el público ha aplaudido durante décadas.
Si bien no existen datos que comprueben que Mercury hubiera estudiado en algún conservatorio de música —él mismo afirmaba que hasta 1982 conocía tres notas de la guitarra—, al menos para escribir esta canción, aseguraba haber hecho cierta labor de investigación. Un buen día llegó a montarse frente al piano para mostrarle su composición a los integrantes de su banda y, confiado como era, la tocó frente a ellos, dejando espacio para las partes operísticas 2 .
Hicieron falta tres semanas —de los cuatro meses que duraron las sesiones para la grabación del álbum A Night at the Opera— para dar forma a «Bohemian Rhapsody». Y por si el conjunto de elementos fuera poco, la letra fue otro factor controversial, sobre todo por su falta de sentido: si bien existe una trama acerca de un homicidio gratuito y un asesino invadido por el tedio, hay partes de la canción cuya interpretación queda abierta a quien la escucha. Por poner un ejemplo: «Scaramouche, Scaramouche, ¿bailarás un fandango?»
Todavía cuando decidieron lanzar como sencillo esta canción, su manager, Pete Brown, no estuvo de acuerdo, pero pronto se convirtió en la número uno en el Reino Unido y entró en el Top 10 estadounidense. A raíz de la muerte del cantante, en 1991, «Bohemian Rhapsody» alcanzó nuevamente el número uno en el Reino Unido, el dos en las listas estadounidenses; y, con todo, Freddie Mercury ganó un lugar, como el de pocos íconos, en la eternidad de la música.
Bismillah es una frase que aparece en el Corán. Literalmente, significa «en el nombre de Dios».
«Bohemian Rhapsody» (original)