Es muy tramposa la araña patona/ porque a pesar de que está muy panzona,/ le gusta la gimnasia/ de Suecia o hasta de Asia,/ aunque la dieta olvidó por glotona. Así va el poema La araña panzona de Alma Velasco (DF, 1948), que el poeta y ensayista Eduardo Casar (DF, 1952) interpreta en estilo rap.
Esos versos forman parte del libro Horripilantario que la autora dio a conocer en 2008 y ahora redita el sello Norma, junto con un disco compacto, como parte de un proyecto innovador.
En ese material Velasco canta sus poemas, minirrelatos que hablan de ogros, vampiros, brujas, fantasmas y zombis.
Con ilustraciones de José Luis Briseño, esta nueva versión busca ser atractiva tanto para lectores pequeños como para los de mayor edad, al presentar 30 micropoemas que se apegan en su forma lírica a la tradición del limerick inglés (esquema de rima estricto, generalmente con intención humorística o disparatada), musicalizados por Bernardo Lozano en diversos ritmos: swing, jazz, soul, lírica operística, polka, sinfonía, hip hop, rap, tarantella y son istmeño, entre otros.
Escribir poesía y cuento para niños ha sido para mí algo natural, jamás un reto; lo hago de manera espontánea, respondiendo mucho a mi manera de pensar y de sentir, a mi propio modo de hablar y de estar con ellos. Soy una poeta infantil, afirma Velasco en entrevista con La Jornada.
La autora considera que los chicos viven sus primeros años “totalmente ligados a la poesía, a través de rondas, juegos, movimientos, y de pronto entran a la primaria y todo se vuelve formal, más estricto, ahí los alejamos de cierto modo de la poesía. Eso es un error y una facha.
“Por fortuna, ahora los libros de texto y los libros que eligen las maestras tienen poesía. En secundaria no hay un adolescente que no escriba poesía, es una etapa en la que más unidos se está con ella. Por eso afirmo que el ser humano es poesía, y esa es la naturalidad que siento al escribir.
Con este trabajo busco integrar imagen y música, y sobre todo, el humor. Los personajes no son malosos ni horribles, todo lo contrario: hay un vampiro que quiere ser hada, un ogro enamorado de una mosca morada, un fantasma glotón.
Vasto repertorio
Alma Velasco dice no estar de acuerdo con quienes piensan que los libros o la música para niños deben “reducir sus capacidades de comunicación en el lenguaje ‘para que los pequeños entiendan’. Con mis poemas, si no saben qué significa alguna palabra, los niños preguntan, pues aunque ellos no conceptualicen algunos términos, los van sintiendo, conociendo. Al final es el lenguaje que manejarán el resto de su vida”.
La también traductora, locutora, docente, cantante y actriz es egresada de la carrera de letras hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); realizó estudios en el Conservatorio Nacional de Música.
Como cantante posee un repertorio que abarca del siglo VI a la actualidad y ha grabado discos con música original mexicana de varias épocas.
En los años recientes se ha dedicado a investigar música y canciones de México que tienen relación con acontecimientos históricos. En 1995 ganó el Premio Nacional de Traducción de Poesía; en 1998, la UNAM le otorgó la medalla Gabino Barreda al Mérito Académico, y en 2002 obtuvo el Premio Nacional de Poesía para Niños Narciso Mendoza.
Entre sus obras publicadas figuran Me llaman la Tequilera, Juguetero de poesía, Las aventuras de Buscoso Busquiento (también en colaboración con Eduardo Casar, su pareja y uno de los conductores de La dichosa palabra, programa transmitido por Canal 22), Fantasmita o fantasmote, No te preocupes y La voz: universo sonoro, manual que contiene el método creado por ella para la emisión de la voz hablada y cantada.
“Horripilantario no es un disco común, es un trabajo que aporta buena música, enriquecida, una experiencia muy sabrosa de vivir, de hacer, de compartir. Me interesaba que no fuera aburrida y quedó algo muy dinámico”, afirma la autora.
Como parte de las festividades por el Día de Muertos, Norma Ediciones lanzará Horripilantario con una propuesta musical dirigida a niños de cinco a 11 años, el domingo primero de noviembre a las 11:30 horas en la librería Porrúa-Chapultepec (Primera Sección del Bosque de Chapultepec, Paseo de la Reforma s/n, casi frente al Museo Nacional de Antropología).
Fuente: www.jornada.unam.mx