El uso del diccionario en México es un problema de la escuela mexicana y parte del desastre de nuestra educación, señala Luis Fernando Lara, investigador del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios del Colegio de México (Colmex). En su opinión necesita existir al menos tres buenos diccionarios en español para que los usuarios tuvieran de dónde elegir, pues hoy casi todos son copias buenas y malas del diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE).
Además, lamenta que la lengua española aún carezca de un diccionario histórico que contenga todo su vocabulario. "Es una verdadera desgracia para la lengua española que no dispongamos de un diccionario histórico como nos lo merecemos". Sin embargo, adelanta a Crónica que ya ha comenzado a trabajar en un diccionario histórico de palabras del siglo XIX, donde se incluirán las palabras en desuso que aparecieron en la literatura y la prensa de la época.
Este diccionario histórico necesitará al menos dos años de trabajo y abarcará desde José Joaquín Fernández de Lizardi hasta 1920. "Por ejemplo, si uno lee Los bandidos de Río Frío, de Manuel Payno, encontrará palabras interesantísimas que ya no usamos y que necesitamos recuperar", comenta el lingüista y lexicógrafo que dirigió la elaboración del Diccionario del Español de México (Colmex).
Para esta tarea los expertos retomarán, revisarán y ampliarán el Diccionario de Mexicanismos de Francisco Santamarina –el mejor hasta ahora–, que tuvo la colaboración de Joaquín García Icazbalceta. Entre las palabras que este diccionario recuperará, adelanta las siguientes: al sochi galope (muy rápido), patole (bebida), apantli, tequesquite, tlachique, chomite, chipewais...
—¿Por qué aún no contamos con un diccionario histórico de la lengua española?
—Tenemos tres comienzos. El primero lo hizo Julio Casares en los años 50 pero murió y quedó interrumpido; el siguiente lo inició Rafael Lapesa y al morir dejó el encargo a Manuel Seco, pero tras un conflicto entre académicos quedó interrumpido. Ahora viene otro intento con José Antonio Pascual del cual no he visto ningún resultado.
Un diccionario histórico es vital para que las palabras no mueran, tal como sí lo hacen el Diccionario Oxford en lengua inglesa y El Tesoro de la Lengua Francesa, entre otros. "Porque cuando una palabra desaparece de los diccionarios... esa sí que se pierde... y así hemos perdido buena parte del vocabulario de la edad media, época en la que nadie escribía diccionarios", asevera.
LOS ERRORES. Ningún ser humano podría dominar todo el vocabulario en español, considera Luis Fernando Lara Ramos (1940). "Una persona que ha ido a la escuela y llega al nivel licenciatura, en el mejor de los casos, entiende pasivamente 8 mil palabras y maneja activamente 4 mil; incluso nosotros que nos dedicamos a hacer diccionarios, pasivamente manejamos 40 mil y activamente cerca de 8 mil,cuando el número de vocablos es ilimitado.
—¿Qué sucede en Twitter, cuántas palabras se utilizan en promedio?
—En una conversación de Facebook o Twitter no creo que pasen de 250 palabras porque es un medio de comunicación restringido. En esto no hay nada de malo, uno no tiene que utilizar todas las palabras en cualquier momento; el problema sería que los jóvenes pensaran que el ámbito de las palabras es así de reducido... Pero ahí está la tarea de la escuela: abrir a los jóvenes el conocimiento del vocabulario.
—Hoy pocos acuden al diccionario...
—El español se ha convertido en una materia más, como ciencias naturales, y no debería ser así porque el español sirve para hablar de todas las materias. El maestro de escuela debería insistir sobre la lengua a lo largo de todas las horas de la educación, haciendo que sus alumnos aprendieran nuevas palabras y tomaran en cuenta su significado. Éste es un primer error.
El segundo está en la forma como se introduce el diccionario, dado que en muchos casos los maestros piden a los niños que lo utilicen sólo para aprender el orden alfabético. "Yo digo que para eso bastaría el directorio telefónico, pues tiene la misma función", explica.
Y el tercer error aparece cuando los maestros obligan a los niños a copiar artículos del diccionario. Entonces ellos prefieren los diccionarios más chiquitos en lo posible; y si en vez de definición tienen una sola palabra, ellos encantados. "Esto no le sirve a nadie, más bien aleja a los niños del conocimiento y del gusto por la lengua. El diccionario debiera estar para abrirles perspectivas, pero eso sólo se logra llevándolos a palabras que les resulten interesantes".
FUENTE: www.cronica.com.mx