El ajolote no nació de la nada. Y aunque para cualquier hijo de vecino no tiene perfil griego ni es lo que se dice guapo ni apetecible, en la época precolombina los indígenas nahuas lo consideran un verdadero manjar, un platillo de dioses.
Así comienza el relato del libro ilustrado para niños Axólotl: el ajolote, una versión del lingüista José Antonio Flores Farfán, basado en Historia general de las cosas de Nueva España, de fray Bernardino de Sahagún.
La publicación forma parte de un proyecto de producción de materiales en lenguas indígenas del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas), publicado en colaboración con Ediciones Era, para sensibilizar a chicos y grandes acerca del valor de la diversidad lingüística y cultural del país.
La difusión de este libro se suma también al trabajo que realiza el Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (Cibac), auspiciado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Xochimilco, para el rescate de algunas especies animales en la zona lacustre del sur de la ciudad de México.
Animal icónico
Respecto del ajolote, el Cibac se dedica a estudiar la problemática en torno a esta especie en vías de extinción.
Cuenta con un centro de monitoreo con peceras y actualmente se pretende reproducirlos en cautiverio mediante inseminación artificial, para intentar reinsertar una amplia colonia en los canales de Xochimilco.
"El ajolote es un animal emblemático e icónico de la mexicanidad, pero ahora también de la ciencia. Hay mucho interés desde el punto de vista de la investigación biomédica.
"Por ello es importante recuperar el conocimiento ancestral en torno a él; es un animal de una tradición profunda, como se ve en este libro o en códices como el Florentino y otras fuentes antiguas, pues está vinculado a la creación del Sol y la Luna, a la fundación misma de Teotihuacán", señala el también antropólogo Flores Farfán.
Responsable en el Ciesas de la producción de material para niños, en distintos formatos multimedia, todos orientados a revitalizar las lenguas indígenas de México, el investigador indica que éstas "se están revaluando, porque son tesoros culturales de saberes ancestrales. En el mundo, donde hay una concentración de lenguas indígenas hay mayor riqueza de biodiversidad; el paralelismo es muy fuerte.
Sucede que en las lenguas indígenas están codificados muchos conocimientos que tienen que ver con el manejo y cuidado del medio ambiente, con el aprovechamiento sustentable de los recursos. Esas son sabidu-rías ancestrales de las cuales se puede aprender mucho. En las lenguas indígenas hay conocimientos que los biólogos todavía ni imaginan.
Como ejemplo, el lingüista recuerda que el único grupo indígena del norte de Europa, los sami, "reconocen un tipo de salmón de aguas muy bajas, que incluso los biólogos no sabían si en realidad existía. Pero lo sami tienen desde hace años una palabra para ese pez.
"Lo mismo sucede con el ajolote. Para la ciencia es muy importante por su capacidad de regeneración celular, conectado con todo el tema de las células madre, ni más ni menos. Pero también por su capacidad reproductiva en estado larvario. Este espíritu del animal ya fue percibido por las culturas antiguas.
"El libro Axólotl: el ajolote ha sido muy bien recibido. Estamos por terminar la versión en náhuatl. Además, no sólo esta edición, sino otros de nuestros títulos, los hemos donado a los trajineros de Xochimilco.
"Tratamos de que los materiales donde recuperamos a estos animales mitológicos regresen a las comunidades, porque hay un divorcio entre lo que es la producción e investigación científica y las ciencias sociales y humanas, así como los proyectos educativos.
"Por ejemplo, ¿quién conoce los códices en este país, salvo especialistas y uno que otro aficionado, grupos muy acotados?
En este proyecto se trata de que los saberes ancestrales regrese a sus depositarios, para recobrar y recuperar lo nuestro. Se trata de romper con el malinchismo, cambiar ideologías, valorar, no discriminar. Romper con la mentalidad colonial.
Las ilustraciones del libro fueron realizadas por la pintora de amates Cleofas Ramírez Celestino, oriunda de Xalitla, Guerrero, cuya lengua materna es el náhuatl.
El próximo 17 de mayo, el Cibac, cuyo responsable es Fernando Arana, introducirá una primera camada de ajolotes en sus nuevos santuarios de los canales de Xochimilco.
Ese centro de la UAM se ubica a un costado de la pista olímpica de remo y canotaje de Cuemanco, a 300 metros del embarcadero.
De lunes a viernes, de 9 a 14 horas, ofrece visitas guiadas en sus instalaciones y, entre otras actividades, la impartición de talleres diversos para conocer a fondo al ajolote.
FUENTE: La Jornada