Nuestro gran gigante de piedra al fin contará su historia, dice experta
Mónica Mateos-Vega
Periódico La Jornada
El Palacio Nacional, sede del Poder Ejecutivo federal y uno de los edificios más emblemáticos del país, al fin cuenta con un museo de sitio permanente con acceso gratuito.
Luego de un año de trabajos a contrarreloj para tener listo el recinto antes de que concluya la presente administración, el viernes 22 se inauguró el Museo Histórico de Palacio Nacional, el cual dispone de mil 500 metros cuadrados para exponer 400 piezas alusivas, sobre todo, al poder y el arte entrelazados a través de las personas que han habitado esas paredes.
Ubicado al oriente de la Plaza de la Constitución, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en un conjunto arquitectónico cuya construcción se inició en 1522 y fue segunda residencia privada de Hernán Cortés, erigida encima de una parte del palacio del huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, forma parte en la actualidad de la zona catalogada patrimonio de la humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 1987.
Fue precisamente en respuesta a esa instancia internacional que en 2010, con motivo del Bicententenario de la Independencia, se planteó el proyecto para crear un museo de sitio, el cual que estuvo en suspenso hasta que hace un año lo retomó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), por conducto de la Conservaduría de Palacio Nacional, adscrita a la Oficialía Mayor.
El Palacio Nacional, ‘‘nuestro gran gigante de piedra”, por fin contará su historia, sostiene Lilia Rivero Weber, conservadora del recinto.
Quinientos años de historia
En entrevista con La Jornada, Rivero Weber explica que es un proyecto con muchos retos, pues ‘‘fue un proceso complicado en cuanto a empatar la obra artística con el guion curatorial, que es muy específico porque necesitamos hablar de 500 años de historia. Pero lo logramos con las colecciones, principalmente de la propia SHCP y de Presidencia; 80 por ciento de lo que se presenta proviene de ambas instancias.
‘‘Este museo histórico será eje de la oferta cultural de Palacio Nacional, que incluye el recinto a Juárez, los salones parlamentarios y los murales de Diego Rivera. Hacía mucho tiempo que no se abría un museo federal e icónico que, con el tiempo, será visita obligada.”
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▲ Entre las sorpresas para el visitante en el nuevo Museo Histórico de Palacio Nacional destaca la primera silla presidencial, conocida coloquialmente como ‘‘la silla del águila”, en la cual se sentó Pancho Villa en 1914 para fotografiarse junto a Emiliano Zapata luego del arribo de las tropas rebeldes a la Ciudad de México.Foto Cortesía del museo
En particular se pretende, apunta la conservadora, que Palacio Nacional se vuelva un lugar cercano a las personas, ‘‘para que en un momento dado no se descargue nuestro enojo contra un edificio que nos representa a todos; es la casa de los mexicanos y ahora vamos a darles herramientas para conocerlo más y saber más de nuestra historia”.
Entre las sorpresas para el visitante está la primera silla presidencial, conocida coloquialmente como ‘‘la silla del águila”, aquella en la cual se sentó Pancho Villa en 1914 para fotografiarse junto a Emiliano Zapata luego del arribo de las tropas rebeldes a la Ciudad de México.
Tallada en madera cubierta con hoja de oro, respaldo y asiento de terciopelo rojo bordado con hilos de oro, lleva un águila republicana de estilo francés coronada por un gorro frigio de donde salen rayos de sol. Las patas de la silla están labradas en forma de águilas, mientras en los costados del respaldo, también labradas, hay unas hojas de laurel.
La pieza pertenece al acervo del Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec y permanecerá en préstamo en tanto se elabora una reproducción.
Hologramas, realidad aumentada, tiros de vista a otras áreas, audios y videos interactivos son recursos que hacen dinámica la visita por seis núcleos temáticos que van del Tecpancalli de Moctezuma a los recovecos de los virreyes.
Sin citar cifras, Rivero Weber explica que en la instalación del museo (que ocupa espacios antes dedicados a oficinas y bodegas) ‘‘se mantuvo la inversión de aquel primer proyecto de 2010. Manejamos un presupuesto módico pues, por ejemplo, la museografía es de casa, lo cual hizo que los costos bajaran”.
Cuenta con un taller de restauración y una bodega de colecciones, informa su director, Arturo Cortés Hernández, lo cual permitirá recibir colecciones para la Galería de Palacio Nacional, que está justo en el piso superior del museo.
‘‘Es un museo de primer mundo, con sistemas de iluminación led, aire acondicionado que cumple con estándares internacionales, circuito cerrado; tiene un soporte técnico de primera. Está hecho para no dejar problemas a la siguiente administración en cuanto a su operación y mantenimiento.”.