Eduardo Matos Moctezuma
Los mexicas heredaron elementos culturales de pueblos que les precedieron en la historia. Por ejemplo, es evidente la incorporación de mitos toltecas a los suyos; de dioses que forman parte de su panteón y que se hallan presentes desde Cuicuilco y en Teotihuacan; de ciertas formas de organización social, política y económica, así como rituales y ceremonias que se integran a los suyos.
En el caso de su arquitectura, poseemos sobradas evidencias
de la fusión de las influencias de otras culturas con las características y el sello propios que los mexicas plasmaron
en sus manifestaciones arquitectónicas.
La traza de Tenochtitlan fue concebida a partir del modelo de Teotihuacan; si bien es cierto que esta última estaba destruida y cubiertos sus vestigios, también lo es que a partir de los montículos podía adivinarse el diseño de la ciudad. La Pirámide del Sol debió ser el primer "centro" de la antigua urbe, la que podríamos llamar la "ciudad vieja”. Según los especialistas, este centro se desplazó un poco más tarde a la Ciudadela. Teotihuacan guarda una distribución de cuatro cuadrantes o “barrios” divididos por los ejes que forman la Calzada de los Muertos -de norte a sur- y las avenidas este y oeste.
Planificación urbana
Tenochtitlan, como es sabido, tenía una distribución similar: las grandes calzadas, orientadas hacia los cuatro puntos cardinales o rumbos del universo, dividían a la ciudad en cuatro "barrios", al igual que en Teotihuacan. En medio se encontraba la plan principal, con sus 78 edificios al decir de Sahagún , el principal de ellos el Templo Mayor, el cual constituía el "centro" del universo mexica. Aquí es necesario mencionar que -al igual que muchas otras manifestaciones la arquitectura estaba conformada por un simbolismo cuyos significados eran profundamente complejos. Así, el Templo Mayor representaba dos cerros: el lado de Huitzilopochtli en el cerro de Coatepec, lugar de nacimiento del dios y del combate contra el enemigo; el sitio de la guerra y del sacrificio: de la muerte. El lado de Tláloc es el Tonacatépetl, el cerro de los mantenimientos, donde se encierran los granos de maíz que dan sustento al hombre; el lugar de la fertilidad y de la vida. De lo anterior se deriva que ambos lados del edificio encarnan y complementan el mito: el combate del cerro de Coatepec y el cerro al que entra Quetzalcóatl en busca de los granos primigenios. Por ser el centro de la cosmovisión mexica, el Templo Mayor también es el sitio por donde se sube a los niveles celestes o se baja al inframundo. De él parten los cuatro rumbos del universo, cada uno regido por un dios, un color, un árbol y un glifo. Como puede verse, la carga de sacralidad de este edificio era enorme, más por tratarse de su templo principal. Esto nos da una idea de que la arquitectura -ya fuera una casa. un palacio, un templo y hasta la planificación urbana- obedecía a una concepción preconcebida del orden universal.
Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en Ciencias Antropológicas, especializado en Arqueología. Director del Museo del Templo Mayor. Miembro de El Colegio Nacional.
Matos Moctezuma, Eduardo, “Arquitectura mexica”, Arqueología Mexicana núm. 15, pp. 48-53.
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