Redacción
Se trata de perseguir, de acechar y asesinar...
Cuenta Fernando Benítez en Los indios de México esta historia ocurrida en un poblado de Oaxaca, donde había un brujo y un curandero: el curandero sanaba a aquellos a quienes el brujo enfermaba para que se murieran, y el brujo enfermaba a los que el curandero devolvía la salud.
La situación llegó a tal punto que la gente se hartó y un día, cuando el brujo salió a su siembra, lo venadearon.
¿Qué le hicieron a ese odiado brujo?
Pues bien, digamos que sigilosamente lo siguieron por entre los sembradíos y cuando ya lo tenían rodeado, lo asesinaron a balazos.
Quienes venadean van de caza. Este viejo y mexicano verbo, que tiene mucha más validez en el campo o en la sierra que en la ciudad, significa «perseguir a una persona y dispararle como se caza a un venado», como explica el drae, y además —agrega Santamaría en su Diccionario de Mejicanismos— «a traición entre los montes, alevosamente».
Decía el escritor y guionista Mauricio Magdaleno hace ya muchas décadas que «venadear, entre los verbos castellanos, es el más corriente y el que más impresiona al que llega de fuera».
¿Y cómo no, si se trata de perseguir, de acechar y de asesinar, como si se tratara de una cacería humana?
Explorando el diccionario de etimologías de Joan Corominas, descubrimos el significado primitivo de venado, que proviene del latín venatus, ‘producto de la caza’, derivado a su vez de venari, ‘cazar, ir de caza’.
Si venado quiere decir «cualquier animal objeto de caza», venadear es matar a un hombre cual si fuera un animal tras acosarlo y acorralarlo. No sólo debería impresionar a los extranjeros, sino también a los mexicanos, por muy «corriente» que parezca.