Adolfo Alejo, se presentará en el prestigiado Hunan Grand Theater en la ciudad de Changshá
JUAN CARLOS TALAVERA
“Es necesario demostrar que la música clásica no es elitista”, asegura Adolfo Alejo. Foto: Cortesía Adolfo Alejo
“Es necesario demostrar que la música clásica no es elitista”, asegura Adolfo Alejo. Foto: Cortesía Adolfo Alejo.
CIUDAD DE MÉXICO.
El director de orquesta y solista concertador Adolfo Alejo (Cuernavaca, 1986) debutará hoy en China, en el prestigiado Hunan Grand Theater en la ciudad de Changshá, una de las salas de concierto más importante del país asiático, donde dirigirá e interpretará la Sinfonía Júpiter 41 y el Concierto para violín No. 5 —también conocido como el Concierto turco—, de Mozart.
El músico mexicano ha ganado tres ediciones del Concurso Nacional de Violín Hermilo Novelo, en la UNAM; fue el primer solista que se presentó en la sala de la Filarmónica de Berlín, acompañado por la Berliner Camerata y fue calificado como “el Paganini de la viola”, en Polonia.
Adelantó, en entrevista con Excélsior, que ya tiene agendados conciertos con las orquestas Idomeneo de París, la Sinfónica de Khabarovsk de Rusia, la de Cámara de Arizona y la Joven de Cataluña, y aseguró que su presentación en China será una experiencia memorable y un concierto histórico, no sólo por su debut sino porque en este país existen grandes directores y solistas de renombre, por lo que existen pocas ocasiones en las que se puede escuchar a un mexicano.
Vía telefónica explicó que recibió la invitación del director artístico de la Orquesta Sinfónica de Hunan, Xiao Ming, “quien tenía conocimiento de mi trabajo en México y Europa, y me eligió como director invitado y solista”.
Luego de dos ensayos con la agrupación, dijo, “puedo decir que es una orquesta de primerísimo nivel. Además, en estos días he descubierto que México y China tienen una similitud en cuestiones culturales y de folclor, y, aunque estamos muy lejos uno del otro, creo que somos países que comparten una gran riqueza cultural”.
Aseguró que el Concierto para violín No. 5 es la obra más complicada y conocida del repertorio mozartiano, por lo que cada ejecución es un reto. “Siempre es un reto, porque tocar Mozart es complicado. Porque es complicado proyectar a la audiencia que se trata de música fácil cuando en realidad es música muy difícil, evocando la transparencia e ingenuidad del compositor”.
Durante la entrevista, recordó que en alguna clase magistral le preguntaron qué se imaginaba cuando tocaba o dirigía algún concierto de Mozart.
Lo que creo es que en muchos compositores predomina la parte intelectual en su forma de componer. Pero en el caso de Mozart, la música es más genuina y transparente y, en cierto modo, uno tiene que interpretarlo como si estuviera jugando. Cada vez que toco Mozart me acuerdo de mi infancia, de cuando era niño, de cómo jugaba y en ese momento la música empieza a tener claridad”.
En su trabajo como violinista, violista y director de orquesta, Adolfo Alejo aseguró que busca una conexión entre la orquesta, la música y el público. “Creo que el director funge como un catalizador entre estos tres elementos. Por esa razón he tratado que mi trabajo como director o solista no sólo se quede en la relación y el trabajo con la orquesta”.
Considero que cuando el director hace partícipe a la audiencia se logra el fin más puro de la música, que es proyectar una serie de sensaciones, colores y texturas. Siempre he creído que cuando un director y una orquesta simplemente dan un concierto, es decir, al sólo tocar las notas... el público se aburre. Por eso en México el público aún tiene miedo de ir a las salas de concierto”.
Reconoció que las salas de concierto vacías son, en parte, culpa de los músicos y directores de concierto, “porque la gente sigue viendo a los artistas como una joya de aparador, es decir, como algo muy valioso a lo que no se pueden acercar, y la verdad es que nosotros nos debemos al público; sin la audiencia no somos nada. Es necesario demostrar que la música clásica no es elitista y que es accesible a todas las personas”.
También lamentó que los programadores de las orquestas no sean congruentes con la oferta cultural, que persista la fuga de talentos en México ante la pobre oferta y que, en la mayor parte de escenarios mexicanos, se siga pensando “que los solistas y batutas extranjeros son mejores que los mexicanos, a pesar de que su calidad sea internacional”.