Por Paula Carrizosa. La Jornada de Oriente
John Mraz sostuvo que tras la Revolución la fotografía en México se dividió en vieja y moderna ■ Fotorreproducción Abraham Paredes
La fotografía mexicana ofrece una rica mina para entender cómo se ha construido y cómo se sigue construyendo la cultura en la cual vivimos, consideró el estudioso de la imagen John Mraz, al hacer un breve, rápido y coloquial repaso de la forma en que la disciplina en el país, desde 1865, ha abonado en la construcción de la identidad de México.
Algo que se refleja en la exposición y sus 56 fotografías en blanco y negro que retratan episodios sociales, políticos, culturales y artísticos significativos de México, es la forma en que la imagen fotográfica ha sido un medio moderno que ha servido para historiar la memoria de este país, expuso el miembro del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades Alfonso Vélez Pliego” de la UAP.
Sin utilizar las imágenes para hacer una descripción de la exposición sino más bien apoyado en ellas para construir un panorama general, Mraz advirtió que el significado de una fotografía se puede atisbar si se mira el contexto en el que fue construida y en el que está inserta.
Expuso que en el caso de México la fotografía ha estado presente desde sus inicios, pues arribó al país en 1839, cuando el hacer una imagen exigía periodos lentos de exposición –de hasta 30 minutos–, privacidad, un costo alto de manufactura y nula circulación.
Agregó que no fue sino hasta las llamadas tarjetas de visita, cuando la fotografía comenzó a circular “haciendo un entretejido visual” con la cultura y marcando el nacimiento de las “celebridades de cartón” gestadas a partir de este medio moderno.
El autor del libro México en sus imágenes expuso que además de las tarjetas de visita, circulaban otro tipo de fotografías: aquellas sobre los “tipos mexicanos” en las que se representaban a pulqueros, artesanos, gente del pueblo que no eran “más que modelos vestidos”, y otras sobre la representación de los indígenas que no fue hecha por fotógrafos mexicanos sino extranjeros como Teodoro Maler o Leon Diget.
Mraz distinguió que otros como Celerino Gutiérrez hicieron imágenes indígenas de exportación y otros como Guillermo Kahlo la ocuparon para documentar el pasado y lo nuevo en México, como lo fueron las tomas de templos y de los puentes de acero del ferrocarril. Un caso único fue Gerónimo Hernández, creador de la imagen de la “Adelita”, una construcción fotográfica.
“Una fotografía solo tiene significado dentro de un contexto particular. La foto de Gerónimo fue la de un fotoperiodista que piensan que la imagen que hace va a salir con un encuadre. Hizo una foto que se puede recuadrar. Pienso que eso hizo. Otra foto de Hernández –que era maderista– es sobre Madero llegando al zócalo para hacer frente a tropas de Díaz, y en ella también pensó en el reencuadre”.
El investigador sostuvo que tras la Revolución la fotografía en México se dividió en vieja y moderna. La primera acorde al folklore, bien encuadrada, con miradas como la del “fotógrafo imperialista Hugo Brehme” que retrata a mexicanos menos humanos, con una ideología de la pasividad. Y la otra marcada la llegada de fotógrafos como Edward Weston o Tina Modotti que rompieron con las convencionalidades, abriendo los ojos hacia una nueva manera de ver a través de los sueños, el sexo, el dolor, la muerte, el compromiso político y las necesidades básicas.
Un caso particular, acotó John Mraz, fue el fotoperiodista Nacho López, constructor de una fotografía de la ciudad como aquella en la que la actriz Maty Huitrón paraliza una calle de México rodeada de hombres que le silban y lanzan piropos. “Ella esta fotografiada desde la cintura en un ángulo de contrapicada con el que le da poder. La foto de Nacho es una celebración del machismo tanto en la forma como el contenido, en la forma en que se hizo como en lo que se embalsama: un hipermachismo singular de México”.
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La exposición Memoria fotográfica de México está organizada en siete ejes temáticos: Arqueología, Arquitectura, Modernidad, Paisaje, Retrato, Revolución y Vida Cotidiana, que dejan ver las formas de vida cotidiana, la evolución del paisaje, el desarrollo urbano y la paulatina transformación de la identidad de sus habitantes.
Cuenta con personajes anónimos y famosos, como Tin Tan o los artistas Diego Rivera y Tina Modotti; soldaderas, federales y caudillos; trabajadores callejeros, niños haciendo pininos en el baile de salón, mujeres observando un eclipse parcial de luna o pruebas de vuelo en los campos de Balbuena.