Alejandro Rangel Chávez. Algarabía
La fotografía «Dalí Atómicus» es una de las más famosas del artista Salvador Dalí, uno de los máximos exponentes del surrealismo.
Luego de 28 intentos frente a la cámara, algunos baldes de agua y varios gatos arrojados con suavidad durante seis horas de trabajo en el estudio, Philippe Halsman consiguió la fotografía que había imaginado para demostrar la suspensión del movimiento, y así representar la extravagancia del mundo surrealista que Dalí había comenzado a desprender de su mirada frenética.
El montaje para esta fotografía consistió en colgar algunos cuadros y atriles con cuerdas de piano, mientras la esposa del fotógrafo sostenía la silla que aparece a la izquierda de su encuadre; el marco sobre el caballete al centro está vacío, y a la derecha de éste se encuentra la «Leda atómica», una obra que Dalí daría a conocer un año después a tomar la foto y cuyo nombre es la referencia para esta increíble imagen.
Ambos artistas visuales vivieron y trabajaron en París durante los años 30, pero se conocieron hasta 1941 en Nueva York, cuando ambos eran nuevos en esa ciudad. En abril de ese año Halsman fue asignado por la Black Star Agency para fotografiar la instalación que Dalí expuso en la galería Julie Levy de Manhattan. Su relación se volvió más cercana después de este evento, pues Halsman también retrató los disfraces holgados que Dalí diseñó para la producción del Ballet ruso en el Metropolitan Opera House.
Philippe ya había ganado reconocimiento en la capital parisina, pues buena parte de la década de los 20 se dedicó a retratar a varios personajes ilustres de la época, con un cuidado especial sobre su proceso creativo para aprovechar el auge de las revistas como soporte para exponer sus fotografías.
Luego de que emigró a ee.uu., debido al acecho antisemita que traería la Segunda Guerra Mundial, Halsman consiguió readaptarse a su cultura iconográfica que acostumbraba la precisión en la imagen sin distorsiones, y se aventuró en el fotoperiodismo para revistas de moda y compañías cosméticas, consiguiendo que la prestigiosa revista Life empleara más de cien de sus fotografías como portadas para sus publicaciones.
Desde 1941 Philippe y Dalí colaboraron en una variedad de proyectos fotográficos, de los cuales, Dalí Atómicus fue la más icónica porque el fotógrafo consiguió captar el movimiento, y el pintor quedó encantado por ser el protagonista de un retrato disparatado.
Halsman comentó en 1972 que el lazo con Dalí fue enriquecedor porque pretendían crear imágenes inexistentes, provenientes de la imaginación. «Cada vez que necesitaba de un protagonista notable para una de mis ideas, Dalí era graciosamente obligado; y cada que Dalí pensaba en una fotografía tan extraña que parecía imposible de producir, trataba de encontrarle una solución».
Dalí Atomicus