La Redacción. Algarabía
¿Conoces a alguien que arrastre la lengua para hablar, el andar torpe, llore entre hipos cortados, y no haya probado ni una gota de alcohol?
s así entonces a ese falso borracho le queda perfecta esta palabrota en su descripción.
Del griego α-, a-, partícula privativa o de negación, οἶνος, oínos, ‘vino’, y μεθύω, methuo, ‘estar borracho’.
Dícese
de quien puede emborracharse espontáneamente, sin haber bebido, o bien, de aquel que puede entrar en un estado similar al que se obtiene a través de las drogas sin haberlas consumido. Una última acepción se refiere a aquel que actúa como embriagado o drogado porque cree que ha bebido o tomado drogas.
En los dos primeros casos, se trata de personas que hablan arrastrando las palabras, andan torpemente o llegan a conclusiones descabelladas: todo ello a partir de pura voluntad.
En el tercer caso, el anenómiso ha sido víctima del engaño —como a quien le dan jugo de manzana en lugar de sidra—; el poder de la sugestión hace el resto.