La obra, restaurada por la Filmoteca de la UNAM, se exhibirá en la Feria del Libro del Palacio de Minería
JUAN CARLOS TALAVERA. EXCÉLSIOR.
Luego de que la Filmoteca de la UNAM concluyera la restauración digital de la película Reed, México insurgente de Paul Leduc, en su versión ampliada, ésta será proyectada el próximo jueves 18 de febrero en la Feria Internacional del Libro de Palacio de Minería (FILPM), a 43 años de su estreno en las pantallas mexicanas.
Albino Álvarez, subdirector de rescate y restauración de la Filmoteca, dijo que la restauración se hizo con apoyo de la Filmoteca Real de Bélgica, para la cual se contó con la versión completa de la cinta, denominada versión del corte del director, que pasa de 105 a 124 minutos.
Por ahora, la Filmoteca trabaja en la restauración de otras tres cintas. Se trata de El puño de hierro de Gabriel García Moreno, Tepeyac de Carlos E. González y La barraca de Roberto Gavaldón.
Lo más importante de restaurar Reed, México insurgente es la recuperación de entre 18 y 20 minutos adicionales de esta cinta, detalló Álvarez, las cuales aparecen bajo la secuencia original pero con escenas más largas de la versión comercial.
“Digamos que cuando se presentó el negativo éste cuenta con un corte diferente, al que fue exhibido comercialmente, ya que tiene pequeñas variaciones en la duración de algunas escenas”.
Así que luego de que las autoridades de la Filmoteca conversaran con el propio Paul Leduc, decidieron seguir las indicaciones del director. “Fue así como decidimos restaurar esta película, pero con el corte del director”, comentó.
El trabajo técnico implicó el escaneo del negativo en 16 milímetros a 2K (equivalente a 2,048 por 1,080 pixeles por rectángulo) de toda la película. Previamente el negativo pasó por un proceso de estabilización y limpieza digital del negativo, para suprimir ralladuras y el llamado flicker o parpadeo.
Otro detalle técnico que los técnicos debieron resolver fue el sonido, dijo Álvarez, debido a que en los años 70 Paul Leduc tuvo muchas dificultades para el registro del sonido directo.
“Hasta antes de Reed, México insurgente, las películas que abordaban el tema de la Revolución no utilizaban sonido directo, sino el doblaje de éste. Pero derivado de la nueva ola francesa, se implementó el cine directo que requería múltiples micrófonos en la escena”, explicó.
Por esa razón Paul Leduc grabó del sonido la hizo de manera muy precaria, con micrófonos de mala calidad. “Así que fue un viacrucis la recuperación del sonido –hecho en Bélgica por el Estudio Cinco Cinco–, pero el resultado es asombroso”.
Además, se enfrentó el reto de conseguir el color sepia exacto que definió el propio director. “Algo un poco más sencillo fue obtener el tono sepia que Leduc buscó en los años 70. Según él, nunca consiguió que todas las copias tuvieran el mismo tono porque no existían laboratorios con altos estándares de calidad, pero al final obtuvo el tono que se propuso el director”.
La cinta, comenta Albino Álvarez, llegó a la Filmoteca en 2010 por una donación de los productores, entre ellos Bertha Navarro, por lo que se prosiguió a su restauración.
La Filmoteca decidió restaurar esta cinta porque John Reed es un personaje norteamericano de pensamiento liberal que se preocupó e interesó por la gesta revolucionaria en México, a principios del siglo XX, destacó Álvarez,
“Él fue una suerte de corresponsal de guerra y un periodista que se involucró con la causa, tomando partido por los campesinos y las comunidades desprotegidas. Así que intentó llevar a otros países una denuncia sobre lo que estaba pasando, con la crueldad que observaba, las luchas militares en el campo de batalla, los movimientos políticos”.
Pero lo que fue más interesante, desde el punto de vista cinematográfico, fue el trabajo de Leduc: “un registro casi documental que puso los ojos de la cámara dentro de la batalla o en la acción misma; no se trata de esa imagen esteticista de las películas de El Indio Fernández, porque en Reed, México insurgente la cámara se convirtió en un personaje que acompaña de manera cómplice a John Reed”.
Se trata de un aporte de orden estético que simboliza los años 70, donde el cine independiente tenía una inspiración distinta a la industrial, apuntó, “con un cine de búsqueda, muy ligero y fresco”.